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lunes, 6 de septiembre de 2010

·> La lucha de la mariposa

Antes de que una mariposa pueda emerger de su crisálida tiene que atravesar mucha lucha. Sí, lucha.

Cada vez que se abalanza para escapar, los ácidos son removidos de sus alas. Si alguien se acercase y rompiese la crisálida, la mariposa moriría por causa de esos ácidos. En esencia la lucha es necesaria para que la mariposa sobreviva. Entonces en la quietud, cuando la lucha finaliza, la mariposa puede salir y compartir su belleza con el mundo.

Nosotros los humanos no somos diferentes. Hay tiempos en que necesitamos luchar para despojarnos de los ácidos que constituyen la tristeza, el temor y la ira. Es sólo entonces, cuando quedamos exhaustos y quietos que podemos comenzar a escuchar el susurro de Dios.

Cuando las puertas se cierren delante de ti, no te des por vencido. Recuerda que más allá de las puertas cerradas está alguién capaz de abrirlas. Sólo aprende a esperar en él.

Entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sentarán en el trono de David. Ellos y los príncipes entrarán montados en carros y caballos, acompañados por la gente de Judá y por los habitantes de Jerusalén, y esta ciudad será habitada para siempre. Jeremías 17:25.

El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. Juan 10:3.

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