Mefiboset era un nieto del rey Saúl e hijo de Jonatán, quien había sido un cercano amigo de pacto de David. Lisiado desde su juventud, Mefiboset tenía una pobre imagen de sí mismo, la imagen de un perro muerto: En lugar de verse como el heredero legítimo del legado de su padre y de su abuelo, se veía a sí mismo como alguien que sería rechazado.
Cuando David mando a llamar a Mefiboset, él se postro delante del rey y mostró temor. David le dijo que no temiera, que su intención era ser bondadoso con él. La respuesta de Mefiboset es un importante ejemplo de la clase de imagen propia pobre que todos necesitamos superar.
Una imagen propia pobre hace que actuemos con miedo en lugar de fe. Vemos lo que está mal en nosotros en lugar de ver lo que está bien con Jesús. Él ha llevado nuestros agravios y nos ha dado su justicia. Debemos caminar en la realidad de esta verdad.
Al final de la historia David bendijo a Mefiboset por causa de Jonatán. Le dio sirvientes y tierras, y proveyó para todas sus necesidades.
Podemos relacionar la discapacidad de Mefiboset con nuestras propias debilidades. Nosotros también podemos tener comunión y compartir la mesa con nuestro Rey Jesús, a pesar de nuestras fallas y debilidades.
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